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sábado, 6 de junio de 2015

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Consecuencias de la falta de carácter de la autoridad de los vigilantes de seguridad

Dos compañeros vigilantes de seguridad que desempeñaban su servicio en la red de metro y tranvía de la Generalitat Valenciana (FGV) para la empresa GARDA Valencia, han sido objeto de inexactitudes y un despido a todas luces Injusto.
A primera hora de la tarde del pasado jueves, una persona accedió al vagón vigilado por los compañeros, sin billete y con buena parte de los calzoncillos a la vista del resto de viajeros.
Cuando los vigilantes de seguridad con una trayectoria profesional impecable en su puesto, incluso con una mención honorifica le indican al individuo que debe bajar del vagón, él hace caso omiso a la indicación, y comienza un forcejeo en el que uno de los vigilantes es mordido en el brazo (ya ha presentado denuncia contra el infractor), y su compañero se ve obligado a utilizar la defensa, que forma parte de la dotación reglamentaria de los vigilantes de seguridad, ya que ésta no se trata de un adorno, sino material de intervención para los casos oportunos.
El revuelo mediático que han conseguido últimamente determinados grupos en internet, han contagiado a los medios tradicionales que se han subido, sin dudarlo, al carro de las críticas a un colectivo, que desde siempre ha estado muy expuesto a estas críticas, generalizando y extendiendo las acciones concretas y puntuales a todo un colectivo que trabaja la mayoría de las veces en la más absoluta precariedad.
A alguien le cabe en la cabeza que esta situación se hubiese podido generar si un agente de la autoridad, (Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado) hubiese requerido a una persona para que saliera del vagón por no llevar el correspondiente billete o le instara a guardar unas mínimas normas de decoro en un servicio público. Es fácil pensar que el infractor, se apearía en el acto o se “subiría los pantalones” hasta la cintura, como sería lógico y adecuado cuando cualquier persona accede a un espacio público, cerrado y reducido, en presencia de otras personas.
La pérdida de carácter de autoridad de unos Vigilantes de Seguridad cada día mejor formados y con mayor especialización en sus funciones puede derivar en sucesos como éste. Que podrían solucionarse con un “por favor señor, bájese del vagón y saque billete”, al igual que sucedería si la frase la pronunciar un agente policial.
Desde CSI·F, denunciamos la postura del director regional de Garda, que tras una primera versión realista de los hechos, en la que explica a los medios que el joven llega a la carrera al tranvía y que cuando los vigilantes se acercan y le piden el billete, éste no lo hace y cuando le piden que se baje, él se niega y comienza el forcejeo. Así como que "los vigilantes intentaron retenerlo hasta que viniese el interventor del metro y se puso agresivo”. No sólo no defiende a sus trabajadores, sino que sin pedir más explicaciones, procede al despido, dejando a los compañeros pasto de las recriminaciones injustas de quien no entiende que el respeto a los demás en servicios públicos, no debería ser requerido, sino que debiera ser una norma educacional.

Desde CSIF, queremos transmitir todo nuestro apoyo a los compañeros que se vieron abocados a éste linchamiento y nuestros deseos de que se recuperen pronto de las agresiones físicas y psíquicas que sufrieron y tras las rectificaciones oportunas de GARDA, exigimos la reincorporación de nuevo a sus puestos de trabajo.
 

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