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viernes, 15 de febrero de 2013

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"En boca cerrada no entran sus moscas"


Con algo de retraso, pero siempre pillé el siguiente tren para llegar al destino que quería. Y mi destino es dejar clara mi opinión sobre el comunicado de hace unos días de los “amigos” de CCOO.
Me parece fantástico que valoren el convenio entre Ayuntamiento y Unión de Hermandades. Me parecen fantástico que la sangre la tengan como un cazo de agua caliente en la vitrocerámica, seguramente, porque ese dinero al fin y al cabo para la iglesia, los capillitas y los cofrades. Lo de siempre vamos, los de los pasitos, los de las figuritas de madera… todo eso. Sé cómo piensan ciertos sectores de la sociedad, sé cómo se piensa en la otra orilla del río. Respetable y asumible. Y el que no lo asuma es que es retrasado en su visión moderna de la sociedad donde hay sitio para todos.
Eso sí, el famoso comunicado que perfectamente pondría haberlo redactado el guionista de 'El Intermedio', carece de alma. Y no tiene alma porque es un ataque sin contemplaciones a un colectivo que sí la tiene, y que aunque se peleen entre ellos y muestren las miserias del ser humano con devociones de por medio, harán y seguirán haciendo a nivel social mucho más que banderitas, pancartitas y pititos con los que ustedes obsequian a los que supuestamente defienden ante el político.
Las hermandades recaudan toneladas de alimentos, ayudan a cientos de familias y están en permanente contacto con los problemas de cada barrio. De sus barrios. Crean riqueza y puestos de trabajo con su patrimonio, con sus monumentales templos y sobre todo con su puesta en escena en la calle, donde si el tiempo lo permite hacen que miles de familias tengan la oportunidad de solventar en sus libros contables el boquete de enero y febrero.
Y si ustedes tuvieran dignidad no habrían realizado ese comunicado para seguir alimentando el fuego. Si ustedes tuvieran nobleza, deberían de presentar sus cuentas que yo como ciudadano me encantaría conocerlas. Si ustedes me permiten, les diré como trabajador, gracias a Dios, que si algún día necesito alguien que me defienda jamás acudiré a ustedes porque no les creo. Nada de nada.
Y si ustedes me permiten, les diré una última cosa más; cuando el trabajador y su familia se cansan de ondear sus banderitas de plástico porque no hay mas salida… siempre les quedará la mano tendida de una hermandad o de la Iglesia para poder llevarse algo a la boca. Porque salvo que me corrija alguien, todavía no les he visto repartir huevos y leche en la puerta de su sede, ni hacer maratones solidarios ni ninguna obra que repercuta de manera periódica a la nutríción del necesitado.
Tomen buena nota, cierren la boca y dediquense a lo que supuestamente mejor saben hacer. ¿Qué es...?
 
Por Á. O.

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